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Mostrando entradas de junio, 2018

Negación

—¡No! —gritó. Y se estuvo arrepintiendo toda la vida por haber asesinado al sí que llevaba dentro.

Fortaleza

No llores, tienes que ser valiente. Tienes que demostrarle a todos que eres fuerte, que estás entero. No se te ocurra soltar una lágrima delante de toda esta gente. No les des lo que quieren.

La barbacoa

El sol brillaba como nunca. La piscina hinchable colocada en el jardín mantenía entretenidos a los mas pequeños. Mientras, los adultos, entre bromas y cervezas, no podían dejar de felicitar al chef por la deliciosa barbacoa que estaba preparando. —¿De qué animal es la carne? —le preguntó Ana con la boca llena— Es exquisita. —No te lo creerías —le respondió el cocinero sonriendo. No fue hasta el final de la tarde cuando alguien se percató de que Pedrito había desaparecido.

La llamada

El teléfono movil del nuevo vecino llevaba toda la noche sonando, se ecuchaba perfectamente como descolgaba y susurraba algunas palabras. Después colgaba y al momento volvía a sonar. De haber sabido que las paredes de los nichos iban a ser tan finas, hubiera dejado escrito que me incineraran. 

La otra cita

Ella lo observaba mientras estaba apoyado en la barra hablando con el camarero. Era tan atractivo que no podía creer que la hubiera elegido. Él la miró y le regaló una sonrisa que hizo que su mundo se derritiera. Enseguida se le acercó con dos copas y le ofreció una. Mientras bebía él se mostró algo impaciente. Después charlaron un buen rato, era uno de los hombres mas perfectos que había conocido nunca. Ilusionada dejó volar su inocente imaginación: sin duda iba esa noche iba a ser muy especial.

Un Momento De Ti

Anoche soñé contigo y no recordaba que estabas muerta. Me guiñaste un ojo como solías hacer siempre y me diste tres besos en la mejilla. Sólo fue un momento, pero fue tan real como un recuerdo.

La Recompensa

El joven y apuesto caballero estaba plantado delante del foso, justo en la puerta. —¡Ha del castillo! —gritó entusiasmado. Había realizado una singular proeza que le había llevado muchísimo tiempo y esfuerzo y que había requerido una habilidad descomunal: cargaba con la cabeza del terrible dragón en su morral. No podía imaginar la recompensa y el reconocimiento que todo eso iba a acarrear. Se escuchó el ruido de las cadenas que abrían el portón. Su corazón empezó a palpitar a mil por hora. Y de pronto: oscuridad. —¡Carlitos, es la tercera vez que te digo que la cena está en la mesa! —le reprochó su madre con el cable de la videoconsola en la mano. No se le había ocurrido guardar la partida en toda la tarde. Esa noche la recompensa del caballero serían unas nutritivas espinacas con queso.