
Se aseguró de que había vertido suficiente droga en la copa. Después la removió y aspiró el aroma de la bebida para cerciorarse de que no se notaba. Todo estaba perfecto. Miró a su víctima con una sonrisa irresistible y se le acercó. Le pasó la bebida y observó impaciente como le daba el primer trago. Con una terrible satisfacción y sin borrar la sonrisa de su rostro ignoró la estúpida conversación que estaban manteniendo y dejó volar a su enfermiza imaginación: Esa noche iba a ser muy divertida.
Creepy...Y me dispara mil finales.
ResponderEliminarDe eso se trata, de que dejemos volar nuestra enfermiza imaginación...
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