Ese cacharro no daba mas de sí, por más que pisara el acelerador, no tiraba.
—¡Joder! ¡Los tenemos encima! —chilló su compañero con la pistola todavía en la mano.
—Ya lo sé… ¡Hago lo que puedo! —Intentó concentrarse en la carretera. Tenía que haber alguna forma de salir de esa.
La sirena se escuchaba cada vez más cerca. El atraco había salido a la perfección, pero la huida… ¡vaya mierda de huída! En cuanto habían pisado la autovía, la poli se había puesto tras ellos. ¿Cómo se habían dado cuenta tan rápido? Era imposible. A no ser que hubiera algún soplón...
De pronto, pasó lo que tenía que pasar y el motor reventó.
Lo mejor fue la cara de idiotas que se les quedó cuando el coche patrulla pasó de largo.
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