Lo llaman El Glotón porque nada es capaz de saciar su gula.
Nadie lo ha llegado a ver nunca y los pocos que han logrado escapar sólo son capaces de recordar su pútrido aliento y el asqueroso rugido de sus tripas.
Sale de noche, y espera paciente en calles oscuras y desiertas para engullir a algún incauto desgraciado y dejar solo sus huesos mondados.
Siempre vigila, siempre hambriento, siempre al acecho.
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