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El progreso


Esto de las nuevas tecnologías le venía grande.

Llevaba muchos años en la empresa realizando un trabajo impecable. Eso sí, todo el papeleo a mano. Así que cuando le plantaron el ordenador portátil encima de la mesa, no supo reaccionar. 

Nunca había visto uno tan de cerca. Lo observó durante unos minutos y le dio un par de vueltas. «¿Esto de que lado iba?». Tenía un montón de ranuras de diferentes formas, pero ninguna coincidía con el cable que, se suponía, lo conectaba a la luz. Tampoco era capaz de abrirlo, pulsó todos los botones, tiró de todas las hendiduras… Suspiró exasperado, «qué manera de dificultar las cosas». Sacudió la cabeza «¿Y esto es el progreso?» Apartó el extraño aparato infernal a un lado y volvió con sus informes perfectos… no estaba para perder el tiempo con tonterías.

En menos de una semana, un jovencito ocupaba su puesto. No tenía ni idea de cómo hacer su trabajo, eso sí, ¡cómo tecleaba! Se movía por los formularios a la velocidad del rayo. Eso era el progreso.

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