Era insaciable. Su orondo y atiborrado cuerpo era capaz de albergar en su interior todo lo que le suministraban. Parecía no llenarse nunca. Hasta que llegó el momento en el que tuvieron que tomar cartas en el asunto y terminar con aquello.
Separaron las monedas y billetes de los restos de cerámica. La hucha con forma de cerdito estaba casi llena, con eso les llegó para pasar el fin de semana en el balneario
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