A Rafa no le gustaba estudiar, eso era de frikis. Pero tampoco le hacía falta. Sus padres tenían tanto dinero que podían comprar cualquier cosa. Sí, cualquiera, hasta el título que necesitaba para acceder al puesto de trabajo en el que con sus apenas dieciocho años cumplidos cobraría un auténtico dineral.
El día que llegó la carta con el título, fue personalmente a Correos a recogerla, era lo mínimo que podía hacer para ganarse su puesto. No se molestó en abrir el sobre, lo llevó directamente a la oficina y se lo entregó a la secretaria.
—Tranquilo señor Ruiz, yo me encargo de entregársela al gerente. —le aseguró guardando el sobre cerrado.
Esa misma semana Rafa ya estaba disfrutando de su nuevo puesto.
En otra parte de la ciudad, un jubilado llamado Rafael Ruiz recibió por correo un titulo de Máster de dirección de empresas. Le extrañó, pues él lo que había pedido era un catálogo de productos ortopédicos.
Comentarios
Publicar un comentario