—¡Señora! —volví a escuchar. Me estaban llamando pero los ignoré. —¡Tiene que salir de ahí y venir con nosotros!
Uno de los bomberos que estaba en la ventana se armó de valor, y entró en mi salón a pesar de que se había derrumbado parte del techo, y que el fuego y el humo empezaban a entrar por la puerta.
Uno de los bomberos que estaba en la ventana se armó de valor, y entró en mi salón a pesar de que se había derrumbado parte del techo, y que el fuego y el humo empezaban a entrar por la puerta.
Salí viva, sí, pero nunca supe quién había sido el asesino.
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