El dependiente de la zapatería llamó al encargado, pues la mujer ya alzaba la voz y estaba llamando la atención del resto de los clientes.
En cuanto el dueño salió y reconoció a la mujer resopló y se acercó a ella.
En cuanto el dueño salió y reconoció a la mujer resopló y se acercó a ella.
—Doña Cenicienta —le dijo en tono conciliador—, déjelo por favor, que ya tiene una edad…
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