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La Arruga

Julián quería estar guapo. No era un día cualquiera: era El Gran Día. ¡Por fin había quedado con ella!

Todo tenía que salir perfecto, así que cuando sacó la camisa de la bolsa y la vio, el mundo se le vino al suelo.

Tenía una arruga inmensa, gigante, monstruosa. Era una arruga que parecía gritar "¡Estoy aquí!, ¡Mírame!"

No tenía otra opción: desde que se emancipó, había tenido guardado el extraño artilugio dentro de su caja original en lo mas profundo del armario. Sabía que algún día tendría que usarlo y eso le había atormentado mas de una noche... aquello no parecía un electrodoméstico... eso era un aparato de tortura.

Colocó la camisa extendida encima de la tabla y enchufó la plancha. Observar como humeaba no le dio buena espina, pero ya no se iba a echar atrás. No tenía ni idea de como funcionaba, así que esperó un poco y cuando la creyó caliente, la colocó encima de la prenda de seda.

El olor a quemado hizo que su corazón diera un vuelco. Levantó rápidamente por el asa el infernal instrumento, pero ya era demasiado tarde. Había una mancha negra triangular en su delicada y estilosa camisa nueva.

Suspiró desanimado. Estaba claro que no iba a ser su día. Cogió el teléfono para cancelar la cita.

Comentarios

  1. Con mucho respeto, mi versión:
    "El olor a quemado hizo que su corazón diera un vuelco. Levantó rápidamente por el asa el infernal instrumento, pero ya era demasiado tarde. Había una mancha negra triangular en su delicada y estilosa camisa nueva.
    Suspiró desanimado. Estaba claro que no iba a ser su día. Cogió el teléfono para cancelar la cita."

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    Respuestas
    1. Je je, si, es el micro mas largo de todos, pero es que en ese momento me apetecía escribir. La verdad es que la versión corta no queda nada mal... pero ¡habría que cambiarle el título!

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