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La grieta

El nuevo equipamiento era excelente. Nadie había podido descender a tal profundidad hasta ahora. Buceó hasta la abertura de la grieta preparado para iniciar el descenso.

—Todo OK, adelante compañero —escuchó que le decían por el transmisor desde la barca.

El corazón empezó a palpitar con fuerza. Si todo salía bien, sería la primera persona en ver el interior de aquel misterioso agujero.

Si algo salía mal... Bueno mejor no pensar en eso.

Apagó el foco y encendió la cámara de visión nocturna. Se introdujo con cuidado por el hueco de la roca y miró a su alrededor emocionado.

Desde la superficie vieron lo mismo que él: miles de ojos brillantes que se abrían despertando de un largo letargo. Ojos que le devolvían la mirada y que se le acercaban frenéticos.

Fue cuestión de segundos, escucharon sus gritos y después, sólo oscuridad y silencio.

Nunca recuperaron su cuerpo, ni el carísimo equipo. Cuentan que los que presenciaron ese momento aún pueden ver esas miradas oscuras y aterradoras en sus pesadillas.

En lo mas profundo del mar, rodeados de la mas absoluta oscuridad, un nuevo par de ojos bostezaron somnolientos: hora de dormir. Aun eran demasiado jóvenes para tener hambre.

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