El condenado lloraba desconsolado. Varios de los asistentes a la ejecución, entre ellos la madre de su joven víctima, tuvieron que salir de la sala pues no soportaban el insistente llanto.
—Pobre diablo —dijo la mujer secándose las lágrimas con un pañuelo—. Está claro que el miedo a morir le ha hecho arrepentirse de todo lo que le hizo a mi niña. Dios lo perdone.
Pero ni tenía miedo a la muerte, ni se arrepentía de lo que había hecho. Eso sí, le tenía pánico a las agujas.
—Pobre diablo —dijo la mujer secándose las lágrimas con un pañuelo—. Está claro que el miedo a morir le ha hecho arrepentirse de todo lo que le hizo a mi niña. Dios lo perdone.
Pero ni tenía miedo a la muerte, ni se arrepentía de lo que había hecho. Eso sí, le tenía pánico a las agujas.
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